Aunque sólo rondaba los cuarenta años, esa noche se sentía un anciano. No por su edad, sino por la carga que le oprimía el pecho. Descorazonado, caminaba abstraído del mundo que lo rodeaba.
Así continuó hasta que se paró frente al escaparate de una tienda cualquiera. Veía su reflejo en el cristal pero no era capaz de reconocer la figura que le devolvía la mirada. Absorto en aquel rostro desconocido buscó en sus bolsillos, sacó un paquete de tabaco arrugado. Se llevó un cigarrillo a la boca, poco a poco, como si le pesara la mano; y mientras intentaba encenderlo, algo le vino a la cabeza.
Un recuerdo? Un sueño?
Una sonrisa fue dibujándose en su rostro mientras volvía la cara hacia arriba. En ese momento pensó...
Pon fin al relato
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