23 febrero, 2007

Miss Cantabria

Pobrecita que le quitan la corona por ser madre. Discriminada por haber hecho algo intrínseco en las mujeres, algo tan bonito como concebir vida y traerla al mundo. Desposeída de su título por tener y querer con locura a su hijo pequeño. Víctima de una injusticia producto del machismo.

Lo que le ha pasado a Miss Cantabria es que tiene más cara que espalda. Sí señores, y encima le hemos apoyado incondicionalmente para que se salga con la suya. Habrá quien dirá que se trata de eliminar una discriminación más hacia a las mujeres, mentira!

En pocas palabras, resulta que la susodicha Miss firmó un contrato con la agencia organizadora del certamen. En este contrato se decía bien claro que no está permitido tener descendencia. Pues bien, Miss Cantabria dice que conocía perfectamente este dato pero “me parecía tan sumamente absurdo que pensé: esto será algo de los años setenta y todavía no lo han arreglado, todavía no lo han adecuado a los tiempos que vivimos ahora mismo” O sea, que firmo un contrato y luego no lo cumplo porque no me gusta lo que dice, pues no haberlo firmado.

Pero lo triste del asunto no es que la chica diga esto, lo peor de todo es que una gran parte de la gente piensa igual, y se creen con el derecho de saltarse a la torera aquello que firmaron.

Pues bien, resulta que los contratos que firmamos se vuelven obligatorios, y lo que no se puede pretender es incumplirlos cuando nos venga en gana. Porque si un contrato se firma es que sabemos lo que contiene, lo aceptamos y nos comprometemos a hacer lo que en ellos se estipula. A no ser, que firmásemos engañados, o creyendo por error (a causa de una pésima redacción) que el contrato decía otra cosa totalmente diferente. De manera que que si una cláusula nos parece estúpida, lo único que podemos hacer es pactarla, o no firmar.

- Hola buenas, mire venía a comentarle una cosilla de la hipoteca que me contraté hace tres años.
- Si, dígame.
- Pues verá es que se trata una hipoteca con un interés fijo del 50%
- Ha pasado algo?
- No, es que quiero que me quiten el interés porque sale muy caro.
- Claro, claro… y por qué la contrató? Si sabía que el interés era del 50%
- Es que como era tan alto, me pareció tan absurdo que no lo di por puesto. (Es que las cosas se escriben porque sí y yo soy la ley ahora)

Por otra parte me parece realmente vergonzoso que todavía se den este tipo de discriminaciones hacia la mujer. Es deplorable. Pero si hay algo que me indigna aún más, es buscar el interés personal, alegando la defensa de un derecho fundamental por el bien de todos. Esto es justamente lo que ha pasado; igual que en muchas otras situaciones, se nos presenta como víctima quien no lo es.

Que no nos engañen, esa cláusula discriminatoria ha estado presente en todos los contratos, y como se ha podido ver no era desconocida para nadie. Así que no vengan ahora con la igualdad para todos, no hacía falta esperar a que se diera este caso para eliminar una cláusula tan insultante.

Yo me pregunto ¿Cuántas chicas antes de ésta se habrán echado atrás, y no han firmado, por el mismo motivo? ¿Acaso ellas no poseían ese derecho a tener una oportunidad?


Basta de hipócritas

15 febrero, 2007

Shaolin Bear Strike

Llevo todo el día enganchado a este spaguetti sci-fi western. La parodia más descarada, una canción contundente, los arquetipos más típicos, la acción más desenfrenada, y todo en 6 minutos...la mezcla perfecta, rezuma poderío por todos los lados! De pequeño habría matado por ver algo así.



We love Clint Eastwood

13 febrero, 2007

Elige tu propia aventura

Sonaban las campanadas de las 10 en el reloj de la plaza cuando empezaron a caer los primeros copos. Lentamente se abrochó el abrigo hasta el cuello de manera que sólo quedaba su cabeza al descubierto. En poco tiempo se vio inmerso en un remolino de cristales blancos; los más atrevidos iban a morir a su cara dejando a su paso una gota de agua fría como el hielo que habían sido, y que resbalaba por los primeros surcos que el tiempo le había empezado a regalar.

Aunque sólo rondaba los cuarenta años, esa noche se sentía un anciano. No por su edad, sino por la carga que le oprimía el pecho. Descorazonado, caminaba abstraído del mundo que lo rodeaba.

Así continuó hasta que se paró frente al escaparate de una tienda cualquiera. Veía su reflejo en el cristal pero no era capaz de reconocer la figura que le devolvía la mirada. Absorto en aquel rostro desconocido buscó en sus bolsillos, sacó un paquete de tabaco arrugado. Se llevó un cigarrillo a la boca, poco a poco, como si le pesara la mano; y mientras intentaba encenderlo, algo le vino a la cabeza.

Un recuerdo? Un sueño?

Una sonrisa fue dibujándose en su rostro mientras volvía la cara hacia arriba. En ese momento pensó...


Pon fin al relato

02 febrero, 2007

Merecen la pena

Los chicos que merecen la pena ni están casados, ni son gays. Los chicos que merecen la pena están hartos de conocer mujeres que sólo los putean.


Especie en extinción