El martes, cuando acabé mi jornada laboral, subí al coche de un brinco y puse rumbo a casa. Todavía hacía calor. Circulaba por la autopista con las ventanillas bajadas, con un brazo regodeándose del calor del mediodía y el otro relajado sobre el volante. Mientras el viento entraba con fuerza y me revolvía el pelo, yo conducía con la mirada perdida y la mente en blanco. La canción que sonaba me llegaba a los oídos como un eco lejano.
Pero poco a poco fue tomando fuerza, entrando en mi cabeza en un crescendo de armonía. En ese momento me sentí libre, era una sensación tan agradable que cuando tomé consciencia pensé “Coño! Ahora mismo estoy feliz!” y una sonrisa tonta me acompañó el resto del día.
Así sucedió sin más, algo tan simple como eso; y es que realmente son las cosas sencillas las que te hacen sentir bien.
Se aceptan moralejas
4 comentarios:
Acaso ibas drogao??
Jaja! que dices hombre/mujer! que iba conduciendo! (y no tomo drogaína) No sé, mira el conjunto de todo ese momento me puso contento y mi cuerpecillo empezó a generar endorfinas (digo yo).
Me sentí bien. Nunca te ha pasado?
bien bien, sigue así...
Moralejas, puede ser que ese estado de felicidad haya sido generado por los estados de meditación que se consiguen cuando la mende desengacha. Conduciendo, no creo. Ser felíz tendrá sus límites, y puede que hayas tocado el tuyo. Ahora agarrate, la carretera se vuelve empinada, con curvas, de un solo carril, y con la mafia siguiendote detrás.
Jeje, a lo mejor no.
Saludos
Hombre Walter, no sé si será por meditar largo y tendido o por una simple situación. En todo caso ya te adelanto que mientras una simple canción me haga sentir vivo, mi límite de la felicidad está a años luz.
Y si la mafia me persigue.... pues más emocionante!! a las malas aceite en la carretera y san seacabó XD
Un saludo a todos, todos!!
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