Finalmente hoy, cumpliéndose así una extrañísima coincidencia, el caudillo ha dejado de serlo como todos nos temíamos(1).
El primer día me pareció un tío normal, un poco chulete y nada más. De hecho me hacía gracia cuando lo veía dando vueltas por todo el almacén buscando algo desesperadamenta. Mientras, el antiguo encargado(2) decía en voz baja "Que se joda, yo sé donde está lo que busca" y se partía de la risa.
El segundo día empezó con las reuniones en corro a modo de formación militar. En una de ellas, a modo de sargento chusquero, nos decía cómo cerrar una caja y de paso aprovechar para llamarnos tontos:
- Las cajas de cartón se cierran así, lo repito?
El antiguo encargado:
- Oye que no somos tontos.
Se pone delante suyo a 10 centímetros de su cara.
- Ah no? Pues yo creo que te equivocas.
- Me estás llamando tonto?
- No, no, lo que pasa es que has hablado en plural y aquí hay 5 personas.
Mi compañero de clase:
- Entonces nos llamas tontos a los demás?
- Qué pasa?
- Pues que no lo soy.
- Entonces por qué tú ayer no firmabas los pedidos?
Yo:
- Pero tú que problema tienes? Ya te aseguro que yo tonto no soy y mis compañeros me parece a mi que tampoco.
Ni que decir tiene que esto provocó una discusión con la posterior disculpa/discusión, en privado, del caudillo hacia los sublevados, es decir el antiguo encargado, mi compañero de clase(3) y yo. Había mucha tensión.
El tercer día vino la guerra sin cuartel. Nada más llegar por la mañana el caudillo vino a recriminarme que cometiera un error en uno de los pedidos del día anterior. Ante este ataque decidí decirle que en lugar de pasearse por los pasillos cruzándose de brazos ante nosotros para controlar lo que decíamos, era mejor que se pusiera a revisar los pedidos como debía hacer el encargado. Pues bien, el coleguilla me hizo pasar a la sala de "reuniones" para discutir el tema(4), y para sorpresa mía el jefe estaba sentado allí; era una encerrona. Pero aún con trampa, no me pensaba amilanar.
De modo que la reunión se convirtió en un intento constante del caudillo de dejarme en evidencia delante del jefe, no lo consiguió. Más o menos fue algo así, el jefe alucinando sin saber qué decir, el caudillo cruzado de brazos mirándome fijamente, y yo con la tranquilidad de saber que puedo decir lo que me de la real gana porque no me juego nada. Primero me pedía que le repitiese al jefe lo que le había dicho para ver si me cohibía, y al ver que se lo hacía sin problemas la estrategia cambió a negar todo lo que yo decía intentando dejarme por mentiroso. El caso es que en lugar de eso(5), no consiguió más que contradecirse por querer tener la razón y la última palabra desesperadamente, imaginad, cuando le dije que nos había llamado tontos lo negó,
- Y si no nos llamaste tontos, entonces por qué viniste después a disculparte?
- Yo no te he pedido disculpas.
- No? Acaso no viniste a hablar conmigo?
- Yo contigo no he hablado nada, sólo hablé con los otros dos en esta sala.
- Ah! y que fue lo que hicimos tu y yo en el pasillo?
- Estuvimos hablando, pero yo no te pedí disculpas, sólo se las pedí a los dos que estuvieron aquí.
El colofón del combate fue justo al final, estaba yo hablando con mi jefe sobre la nueva forma de hacer la revisión de pedidos mientras el caudillo no paraba de refunfuñar, no sé qué me estaba diciendo la verdad, así que ni corto ni perezoso dejé de hablar con el jefe, miré al caudillo y muy serenamente, con tono de reproche le dije:
- Por favor, puedes dejar que hable Miguel?
Se quedó mudo y luego hasta me cedióelpasoporfavor al salir de la sala. El caso es que durante el día tuvo otra serie de enfrentamientos con algunos de mis compañeros. Supongo que ninguno debió dejarse intimidar por el caudillo, porque según me explicó el antiguo encargado (ahora mozo normal) a última hora de la mañana el caudillo fue a hablar con él y se desmoronó porque los chavales no le hacían caso ni le veían como un compañero. Pena, penita, pena... jojo!
Hoy cuando he llegado estaba suaaaaaaaave como el culito de un bebé. Nos hemos quedado todos sorprendidos del cambio, en fin, lo intentó por la fuerza y por la fuerza se dio de morros contra la pared.
Actualizado 22/11/2006
Hoy, ante la manía que tengo de hacer los palets de pedidos encajados y cuadrados como bloques de hormigón(6),el caudillo me ha preguntado:
- Oye! y qué estudias? Para arquitecto o algo así?
- Que va! También me hubiera gustado, pero hago derecho.
- Uf!
Juro por todo lo que más quiero que nada más oírlo el caudillo ha puesto una sonrisa que decía "Joder, ahora entiendo como es que el otro día fuiste tan cabronazo", y a modo de confirmación me ha preguntado:
- Pero abogado laboralista?
- No hombre, me gustaría más penalista, pero ya veremos, lo pintan difícil para los novatos.
Con la camisa puesta.....
1- No, no, no ha sido anunciado por ningún Arias Navarro.
2- Antiguo encargado que ahora es mozo, mira tú por donde. Se ve que si te casas y te vas de viaje de novios, justo el día después de la boda entra un encargado nuevo a sustituirte, así sin avisar.
3- El día que entré a trabajar me lo encontré allí, menuda casualidad.
4- Fruto de sus delirios de grandeza. Es que es algo ridículo utilizar el lugar donde se reúne la junta directiva para hablar de algo sin importancia.
5- Y para regocijo mío, porque disfruté cosa mala haciéndolo caer.
6- Sí, sí, ya sé que parece increible que yo tenga manía de hacer cosas ordenadas después de ver mi habitación.